En el fondo de la casa de mi abuela había una montaña de escombros donde crecían siempre "nomeolvides"
Siendo unas florcitas tan hermosas nunca pude comprender porqué se empecinaban en crecer en los escombros que algún día mi abuelo sacaría del fondo.
Pedazos de ladrillos y tejas que alguna vez fueron parte de algo y hoy se transformaban en un juego donde no podíamos jugar.
"Tomá abuela, te hice un ramo de flores. No me olvides."
"Mamá, te traje uno más lindo para vos, no me olvides."
"Pa... ésta es especial, es la más linda de todas las flores que encontré en la montaña de escombros del fondo de la casa de la abuela donde el abuelo no nos deja jugar.Es para vos. No me olvides."
Y el tiempo pasó y la montaña seguía ahi. El huerto ya no estaba, tampoco las 3 tortugas. Ahora había una pared que nos separa del vecino, y el de atrás se compró un perro, parece ovejero alemán, pero no estamos seguros. Ladra cuando nos subimos a la montaña de escombros y nos delata con el abuelo.
En primavera se llena de no me olvides. Ya no las arranco. Ya no trepamos a la montaña. a veces dormimos la siesta.
Quisiera regalarte otra flor.
Y los años me desvelan y ahora el abuelo ya no se enoja. No recuerdo el día en que la montaña desapareció. Se llevó las flores y otras cosas.
Bajo la higuera, encuentro algo...parece, si...es. Una teja. Un pedazo de teja olvidada, en el fondo de una casa olvidada en un recuerdo de olores olvidados y voces que ya no resuenan. Y el olvido presente, día a día luchando por ganar...
"Carolina no arranques las flores...pobrecitas... les duele... gracias igual, son hermosas. No me olvides."
